De pronto mi pensamiento se
volvió confuso, por instantes en mi mente se dibujaba el rostro más interesante
que había visto en mi vida, no sabía ni siquiera si podría ser real, no
imaginaba que aquella mujer fuera la dueña de mi sentir, sin ni siquiera
conocerla, la adoraba con todo mi ser, ¿pero era esto posible? Era la creación
de mi imaginación, mi mente jugaba al hacer a aquella persona la dueña de mis
noches y desvelos, el solo pensarla, el solo imaginarla.
El café de sus ojos me volvía
loco, pero más aún cuando la imaginaba viéndome, su sonrisa hacía que sintiera
lo que era la felicidad, me robaba la calma, me aceleraba el latir de mi
corazón el solo pensarla, de su boca lo único que esperaba era un “hola”, pero,
ni siquiera la conocía, no sabía si existía, desconocía su paradero ¿cómo
hacerle para investigar si esa mujer era real?
Estaba enamorado de mi
imaginación, estaba enamorado de alguien irreal, estaba perdidamente
confundido, pensaba en ella como si nos conociéramos, mi mayor fantasía era
saber si existía.
Y si un día, Dios me diera la oportunidad
de conocerla, de tratarla, de contemplarla, juro que la amaría más que a mí
misma vida, juro que la besaría como nunca lo he hecho, juro que juraría no
dejarla nunca, pero, aun así, sigue siendo solo mi imaginación, ojalá que en un
día de esta o de otra vida, pueda saber que existe, mientras tanto, dejaré que
mi inconsciente me torture porque estoy empezando a disfrutar de esta sensación
de poder cruzar mi camino con ella, mi ilusión. Pero sigue siendo solo mi
imaginación, por lo pronto, prefiero seguir ilusionado con lo que no sé si algún
día se dará y disfrutar de esta dulce tortura.