Y de pronto todo se convertía en
oscuridad, los días se hacían fríos, las noches solitarias, todo esto porque el
aroma de ella ya no se encontraba presente, había desaparecido lentamente, ella
quien había aparecido en su vida de forma repentina, nunca lo planearon, esa
sonrisa que alegraba sus momentos más terribles, esos ojos que reflejaban la
ternura y pasión fundidas en una sola. Perdió la oportunidad más grande de su
vida, el poder estar junto a la mujer que más ha amado en toda su existencia,
el formar una familia con quien ya lo había soñado, arrojó al vacío todos aquellos
momentos vividos, todas aquellas risas compartidas, las tristezas consoladas,
él, destrozó esa maravillosa relación, algo que estaba escrito se convirtiera
en un cuento de hadas terminó siendo, lo mismo de siempre. Su orgullo había sido
detonante para los momentos en donde la bestia interna se asomaba, no lograba
controlarlo, el orgullo lo cegaba, el orgullo le impedía demostrar afecto, el
orgullo, lo acababa, lo único que ganaba era convertir la alegría en amargura,
la compañía en soledad, el orgullo acabó con todo, porque por el mismo orgullo
nunca la buscó para pedirle perdón, y fue entonces que su aroma nunca más volvió…
Y así es como el orgullo acaba con todo.