No sé cómo describir esta
sensación, un vacío inmenso se apodera de mí, desde aquella noche mi vida no ha
sido la misma, los días se volvieron grises, se volvieron oscuros, no quiero ni
siquiera levantarme de la cama, ¿Para qué vivir? Es la pregunta que
constantemente ronda mi cabeza, mi vida no tiene sentido alguno, llegará un
momento en donde voy a explotar, no puedo más.
Las noches frías son mi terror más
grande, soledad, vacío, oscuridad, saber que a pesar de ya no querer seguir
existiendo en este plano terrenal, el día de mañana volveré a despertar a vivir
esta miseria de vida, no me es concebible saber que me falta valor para suicidarme,
me faltan agallas para terminar con este sufrimiento, pero también imagino lo
que ella pensaría sobre esto.
Desde su partida, mi vida se
terminó, soy un muerto en vida, no me es posible despertar todos los días,
abrir mis ojos y ver la nada, cuando por más de 20 años al despertar veía esa
sonrisa que me enamoró desde el primer momento que la vi, la veía a ella. No
tuvimos la oportunidad de ser padres, no tuvimos esa dicha, nunca nos decidimos
en adoptar, preferimos vivir así como éramos, felices, juntos, viajando,
recorriendo el mundo, teniendo aventuras, juntos, viviendo al máximo.
Desde aquella noche todo eso se
esfumó, su partida repentina me destruyó, acabó conmigo, hoy ha pasado ya un
año de esto y aquí sigo sumergido en la depresión, perdí mi negocio porque no
le puse la atención debida, porque me faltaba ella, financieramente estoy en
números rojos, mi alacena en lugar de comida se convirtió en una cava de vinos,
alcohol, tabaco, cocaína, todo ha sido parte de mi vida, simplemente porque
ella ya no sigue conmigo. Todos los días me preguntó cómo estará, si fue bien
recibida a donde se marchó, eso nunca lo sabré, nunca podré volverla a ver, la
sigo amando como desde hace 20 años, de hecho la amo cada día más, pero ya no está
aquí conmigo, esa noche le agradezco a Dios que no fuera dolorosa su partida,
solo dormimos juntos como acostumbrábamos, sonreímos, nos abrazamos, sabía que
la vida sería más feliz, porque la habían dado de alta, su última quimioterapia
había salido bien, pero, esa noche, me dijo te amo con toda mi vida y le respondí
que ella era mi vida, nos abrazamos hasta caer en el sueño profundo, recuerdo
muy bien, haber despertado y hablarle al oído diciéndole “despierta dormilona”
y ella no reaccionaba ante esto, “Despierta mi amor, te haré el almuerzo” y fue
cuando la tomé desesperadamente no sabía qué hacer, mi vida se acabó aquella
noche en donde felices dormimos pero solamente desperté yo.
Hoy ya no puedo, necesito acabar
con este sufrimiento, ¿Por qué no me llevó a mí? ¿Por qué a ella? Una mujer
maravillosa, la persona que me enseñó que la vida se disfruta, la persona que
me enseñó a ver los golpes de la vida como una oportunidad, hace un año de su muerte,
y pareciera que fue ayer.
Escribo esta carta porque al fin
tuve el valor, no puedo esperar más, quiero saber que si hay otra vida la puedo
volver a encontrar, sé que lo que haré no tiene perdón, pero mi vida sin ella
no tiene sentido, espero que cuando encuentren esto ya haya muerto y por favor
si me ves con signos vitales no intentes ayudarme, es mi decisión, quiero volver
a estar con la mujer que amo y la única forma es terminando de morir, porque
desde hace un año estoy muerto en vida, nunca imaginé que mi vida fuera tan
infeliz sin la sonrisa de mi Denisse, te voy a encontrar, no me importan las vidas que tenga que morir.
Con amor, un hombre que murió por
amor.