Te miré y supe que eras lo mejor
que me había pasado en la vida, pero, también estaba consciente que te
convertirías en mi perdición. Esos ojos llenos de vida me extasiaron tanto que
me dejé llevar sin medir las consecuencias, sin medir el tormento que traerías
a mi vida.
Tus labios me consumieron como el
fuego reduciendo a cenizas mi temple de acero, convirtiendo en nada a aquel hombre inquebrantable, acabando con
el cerrojo que había colocado años atrás. No pude contenerme ante la
majestuosidad de tu belleza.
Te convertiste en vida y a la vez
en muerte, te convertiste en sueños, anhelos, ilusiones, algunos le llaman
amor, pero eso mismo trajo consigo un mundo de inseguridades, un mundo de
dudas, un mundo de desconcierto.
No sabes lo mucho que deseo que
las cosas fueran diferentes, y no me refiero a tu amor, me refiero a mí ser, a
mi interior, a mi forma de ser, a mi pésima manera de amar. Te convertiste en
todo lo que alguna vez temí, en lo que alguna vez soñé, te convertiste en todo
y nada a la vez, vida y muerte, salvavidas y perdición. Quizá será en otra vida
donde el creador nos vuelva a reunir o quizá es lo que hoy quiero pensar, ilusionándome
con algo que también sé que no pasará, porque ¿Quién nos garantiza que
realmente existe la reencarnación? Nadie.
Hoy te escribo estas líneas para
decirte, que fuiste y serás todo, fuiste
y serás nada, que el recuerdo se convertirá en solo eso, o quizá todo lo que
vivimos solo fue un sueño del que nunca debimos despertar.
Que nuestra paz se fortalezca,
que nuestra vida sea eterna, que nuestra pasión nunca termine, que nuestro amor
sea de verdad y no solo una ilusión idealizada por el tiempo.
ALREZ.