Ella
Un día, ella decidió que era
momento de partir, pero aún aguardaba en su corazón la esperanza de que aquella
persona a la que tanto amaba, por fin se decidiera a cambiar, y gracias a éste
sentimiento decidió darle un tiempo, días, semanas, meses, con la esperanza en
aquel hombre del que hace 15 años se
había enamorado demostrara un poco lo que siente y así volver a empezar. Ella lloraba
todas las noches esperando el mensaje de él, una llamada, un simple buenas
noches, se arrepentía el haberse casado a los 30 años y que tomó una decisión sin importarle lo que él pensara, la de no
tener hijos, por eso ahora, encerrada en el estudio de su mansión se sentía
demasiado sola, observando sus obras de arte en las que todas eran dedicadas a
él. Cada noche que pasaba, el coñac y los habanos eran sus fieles acompañantes,
que como ella decía “son parte de mí, no me niegan, no me hablan, no son fríos,
porque el coñac hace que mi cuerpo elimine el frío que él me daba”
Él
Aquellos momentos para él, no
eran los mejores de su vida, se encontraba pasando la peor de las crisis
financieras que pudiera tener, los negocios simplemente no salían, fue
demasiado complicado levantarse después que sus antiguos socios lo traicionaron,
lo intentó, intentó, y no pudo salir adelante. Pensaba demasiado en el trabajo,
analizaba cada movimiento que haría, todos los días peleaba con ella, la razón
siempre fue, que él no demostraba los sentimientos, que el tiempo lo había
cambiado, quizá es la vida que ambos decidieron tener, pero también en lo más
profundo de su sentir, la razón de su cambio fue que él quería tener hijos,
posiblemente 1 o 2, pero al saber que ella no, decidió en su momento darle la razón, las palabras previas al llegar a su hogar eran
–espero que ya esté dormida, porque si no nuevamente será la misma situación de
todas las noches, la amo, pero quiero que entienda lo que estoy pasando-, cabe
señalar que él, era demasiado reservado, nunca le platicaba nada no por egoísmo,
sino para no agobiarla, porque sabía que ella se encontraba en su plenitud
profesional, una gran artista, que exponía sus pinturas en los mejores lugares.
Y entonces después de un largo pensamiento
llegó a su hogar, cuando ella al recibirlo, cambió totalmente el semblante y la
rutina, ella le dice que le dará un tiempo para que piense en su relación, él
callado, solo escuchaba, cansado de muchas cosas, le expresa que él no le
estaba pidiendo tiempo, que él lo que quería era solamente ya no volver a
pelear, ella no lo entendió y también expuso sus argumentos. Él, demasiado
molesto, sale de la mansión, sin rumbo, sin pensar, sin analizar, como niño
sentía que el mundo se le acababa, porque eran 15 años los que había compartido
con esa mujer a la que amaba a su manera. Pasó los días en el desmadre, no le
importó su empresa, no le importaba nada, lo que él quería era solo olvidarse
de todo, y así fue, entre alcohol , desvelos, y un sinfín de tentaciones anduvo
durante semanas, hasta que un día ella decidió escribirle……
Ella
Estoy cansada de esto, pensé que
con el tiempo intentarías cambiar tu forma de ser, ni si quiera un mensaje me
envías, ni un maldito “hola”, he tomado la decisión de querer divorciarme de
ti, nunca vas a cambiar, estuve viendo una película y me di cuenta que a ti no
te gusto tanto, me di cuenta que eres el ser más despreciable, no tienes
sentimientos, te importa más tu trabajo, te importas solamente tú, eres un egoísta
y nunca cambiarás, así que quiero el divorcio, te dediqué toda mi juventud, te
ayude en todo lo que pude y así me pagas con frialdad, pero yo tengo la culpa
porque desde un inicio debí ponerte un alto, no te deseo ningún mal, pero ojalá
un día te des cuenta que amar es de dos y no solo una persona, que amar es
compartir , es convivir, es enamorar a cada momento, amar lo es todo, y tú eras
todo para mí, hoy te pido que acabemos para siempre, sé que si algún día
necesito de ti tendré tu apoyo y es reciproco, te sigo amando, pero hoy te amo,
mañana quizá ya no.
Él
Leyó, volvió a leer el mensaje
que ella le había compartido, no sabía que sucedía, no sabía que pasaba, aún no
se vencía el tiempo que ella le dio y que él nunca pidió, pero, todo se venía
abajo, sabía que la culpa era de él, sabía que la ambición de crecer profesional
y económicamente lo habían consumido, no le dedicó el tiempo suficiente a ella,
también estaba consciente que siempre la apoyó y que aunque el reclamo era
hacía a su persona nunca dijo nada, todo terminaba, todo acabó, las palabras
fueron claras, ella quería el divorcio, porque él no le demostraba su amor, estaba
tan molesto que pensó –es una pendejada todo esto, como hombre nunca le he
fallado, todo le he dado, mi juventud y si, si cambié pero fue porque ella me
hizo cambiar me ayudo a ser una mejor persona, a ser ambicioso, a querer
sobresalir siempre, y ahora que me encuentro en una mala situación decide
cortar todo de raíz-- pero mejor se guardó para sí mismo todas esas palabras,
decidió acatar las palabras de su esposa, sabía que a pesar de ser dolorosa,
esa decisión le ayudaría a ambos, porque los dolores de cabeza de ella eran
similares a los de él, 5 días a la semana discutiendo, ya sea por celos, por
frialdad, por molestia, si le dolió, si derramó lágrimas, pero aprendió desde
pequeño que cuando algo no funciona, se puede reparar, pero si a pesar de la
reparación, esto sigue sin funcionar, entonces es el momento de acabar.
Narrador
A veces, tenemos tan
estereotipado el tema del amor, que las películas siembran pensamientos que no
vienen al caso, hombres perfectos, mujeres que no son celosas, finales épicos,
finales donde él y ella se quedan juntos y viven para siempre, la verdad es que
yo sostengo que no siempre el final feliz es donde se quedan juntos, porque
quizá la verdadera felicidad ambos la encontrarán pero consigo mismos, porqué
la felicidad no debe depender de nadie más, absolutamente nadie más, tú debes
ser feliz, tú debes amarte, tú debes decirte lo que quieras, tú eres tú, que
nadie y nada te cambie, el egoísmo en
estos temas es un factor detonante para muchas situaciones, pero el mismo
egoísmo nos enseña a amarnos siempre, todos los días; posiblemente hoy, él y
ella son felices por su cuenta, los dolores de cabeza desaparecieron, los celos
desmedidos ya no se encuentran, quizá la misma costumbre de verse todos los
días les haga más complicado el olvidarse uno al otro, pero si de algo estoy
seguro, es que el tiempo, todo lo sana.