PRIMERA PARTE
“Al
ver nuestra casa tan sola y callada no sé lo que haría” este pedazo de canción
de mi artista favorito Hernaldo Zuñiga nunca había cobrado tanta importancia,
nunca pensé poder estar dentro de las líneas de una poesía combinada con
música, pero así fue, me convertí en todo aquello que siempre negué ser, me rehusaba a imaginar que sería igual que
todos aquellos que te hicieron tanto daño, nunca me lo perdonaré.
Quiero
compartir con ustedes mi historia, la historia mágica que todo hombre sueña, ,
sólo que a veces por nuestras creencias no demostramos el amor que sentimos y
no lo hacemos, esto pasó hace casi 4 años, cuando conocí a quien de ser mi amor
imposible se convirtió en el amor de mi vida.
Era
el mes de diciembre del 2012, recuerdo muy bien que uno de mis mejores amigos
me había invitado a la posada de su trabajo, debo confesar que no quería
asistir, me sentía mal, sentía que mi vida no tenía rumbo, que las cosas no me
salían como yo esperaba, y pues Roel, siempre ha sido de mis “carnales” más cercanos,
él sabía de mi situación y realizaba todo lo que estaba en sus manos, hasta que
logró convencerme. Recuerdo muy bien aquella noche fría y lluviosa de
diciembre, quizá mi mala vibra era lo que atraía todo lo negativo, estuvimos a
punto de chocar camino a su fiesta, pero gracias al cielo eso no pasó, seguimos
camino al lugar donde se celebrarían su fiesta decembrina. Llegamos a un lugar
demasiado lujoso, me sentía mal al ver que toda la gente vestía elegantemente
mientras yo vestía unos jeans y chaqueta de cuero, pensé que eso era lo que
derramaría el vaso, ya que no me sentía bien, mi aspecto creo que no era el
adecuado, además por las prisas y la incomodidad de no querer asistir, ni
siquiera me rasuré, pero bueno, Roel había hecho que yo cambiara de parecer,
“ya estamos aquí” pensé, él como siempre saludaba a todas las personas, a veces
envidiaba tanto su vida, porque veía que la felicidad siempre lo acompañaba.
Durante la noche pude ver infinidad de mujeres y hombres bailando y bebiendo,
ellos se divertían, pues claro, estaban en su fiesta, rodeado de la
gente que los aprecia, mientras que yo, como todo lobo solitario me
mantenía alejado, recuerdo bien que me acerqué a la barra, la gente me veía con
extrañeza, pero pues era por mi atuendo, llegué con el bartender, y le solicité
que me sirviera un Manhattan , me vio sonrío y dijo, “enseguida señor”, yo no
tenía otra cosa que hacer, más que beber, mi amigo Roel, se encontraba
disfrutando de su fiesta, mientras yo como todas las veces lo único que hacía
era mantenerme aislado, en eso regresaba el bartender con mi bebida, al momento
de entregármela me dijo “sonríe y disfruta la vida, un día te arrepentirás de
no hacerlo”, ¿Qué le pasa? Pensé, ¿quién se cree para decirme que hacer? Agarré
mi bebida y me fui, la cara que le hice de pocos amigos fue tan notoria que
mejor se alejó de mí (como toda la gente que se me acerca). Terminé mi trago, y
pedí otro, quizá a mi “nuevo amigo” el bartender le quedó claro que su
comentario no me había gustado, así que lo único que hacía era servirme mi
Manhattan, después de varios tragos, me empecé a sentir melancólico, los veía a
todos reír, los observaba disfrutar de la vida que por dentro pensaba “ojalá un
día sepan lo miserable que es la vida” hasta que en uno de esos silencios
incómodos, lo dije en voz alta, todos me veían como un bicho raro, pero a
mí me valía lo que la gente pensara de mí, al fin y al cabo la vida que tenía
en ese instante, era miserable. La noche seguía, los tragos poco a poco se
subían a mi cabeza, pero me sabía contener, de ninguna manera quería que Roel
pasara un mal momento por mi culpa y más cuando él hacía todo lo posible para
que yo, su mejor amigo, saliera de la depresión en la que me encontraba.
Los tragos me afectaban más rápido que de costumbre, sin embargo aún me
encontraba en mis 5 sentidos, de repente escucho la voz de una mujer que le
dice al bar tender “ sírveme un Martini, quiero que me haga olvidar a ese
imbécil que no supo valorarme”, volteo a verla, su ropa al igual que la mía no
era de una fiesta elegante como la de aquella noche, sus ojos cristalinos, se
observaba que las lágrimas querían consumirla, su mirada perdida en la nada,
todo parecía indicar que el alcohol, también estaba haciendo estragos con ella
esa noche, yo, como siempre tímido pensaba que ojalá la vida la tratara de la
chingada para que supiera que aquí la felicidad no existe, y le dije “así es la
vida y aprende a vivir con ella, es una hija de puta que nunca nos deja ser
felices”, ella me observó, recuerdo muy bien, que su rostro dibujaba rencor
hacía mi comentario tan estúpido, pero pues a mí me valía. Carlos, le dije, así
me llamo y tú, ella respondió, idiota, así es como deberías llamarte. Ese
momento fue muy incómodo, traté de remediarlo al presentarme con ella, pero,
pasó todo lo contrario, no niego que, a pesar de insultarme, ella, generó un
impacto en mí, nunca me había sucedido, era de esas veces en las que ves a
alguien y te enamoras en el instante, o quizá también eran los tragos que
hacían estragos en mi cabeza…
UNA
SEMANA DESPUÉS…
Por
fin me sentía vivo, porque los pensamientos suicidas y de rencor habían
desaparecido de mi mente como por arte de magia, no encontraba la razón, por más
que deseaba esconder mis sentimientos no lo lograba, aquella noche, esa mujer
interesante había marcado mi vida, a pesar de haber sido el momento más
bochornoso que viví en mucho tiempo, también se había convertido en el instante
lleno de luz, esa luz que nunca pensé encontraría y mucho menos en una mujer.
Pasaban
los días y no dejaba de recordar sus palabras, estaba convencido que tenían
razón, era un completo y absoluto idiota, no por lo que le dije, sino por haber
perdido la oportunidad de saber su nombre, de convertir ese pésimo momento en
uno que viera nacer el sentimiento más puro, el del amor, pero que imbécil soy -pensé-
como no le pedí su Facebook, por lo menos para charlar con ella por medio de
esa red social, quizá mi gusto por escribir ella también lo compartiría y
lograría borrar aquella frase que le mencioné, pero no, como siempre el temor
me invadió, aunque esa vez di el primer paso, lo di mal.
Exactamente
una semana después de la fiesta de los amigos de Roel, me armé de valor y le
pregunté si esa mujer trabajaba con él, su respuesta fue contundente, “no, no
la conozco, en mi vida he visto a alguien con esas características en mi
trabajo, pero lo voy a investigar” , eso me daba un poco de esperanza, saber
que investigaría quien o con quién iba “ella” ; después de platicar con mi “bro”
decidí ir por un café, tenía años de no ir a ese lugar, un viejo café con
acabados rústicos, en donde sin duda la tecnología no es su fuerte porque para
empezar no cuentan con wi-fi, tienen una rockola que cuenta con mu música
preferida, la trova. Llegué al “verso” así se llamaba aquel lugar, quien
atendía el lugar se sorprendió al verme ya que tenía meses de no pararme por
ahí, me saludó con gusto, y me preguntó ¿lo de siempre? Mi respuesta fue sí, me
sirvió mi café negro sin azúcar ni leche, me encanta el sabor amargo, quizá por
eso soy así-pensé- me fui a sentar a la mesa del fondo, recuerdo muy bien ese
momento porque al dirigirme a la mesa, decidido a leer “Cartas a Chepita del
maestro Sabines”, escuché que ponían Procuro olvidarte de Hernaldo Zuñiga,
inmediatamente volteo al lugar en donde se encontraba la rockola y de espaldas
se encontraba una dama, quien después de poner esa hermosa melodía, parecía que
con desesperación buscaba algunas otras ya que seguía ahí, pero, ¿cuál fue mi
sorpresa? Que, al terminarse mi canción preferida, nuevamente se volvió a escuchar
“Procuro Olvidarte”, ¿cómo era posible que una persona pusiera la misma canción
varias veces? Entonces decidí dejar mi libro del maestro Sabines en la mesa en
donde siempre me sentaba, me acerqué la
chica de las canciones, pero, ¡oh sorpresa! La mujer que estaba programando la
música, era la misma de aquella noche de la fiesta a la que me invitó Roel, el
miedo me invadía y no sabía qué hacer, no sabía, porque la mujer que había
estado presente en mi mente por toda una semana ¡ahí estaba! esa era mi oportunidad de volver a conversar
con ella, así que abracé mis miedos, y le dije “hola, soy el idiota de la
semana pasada” Ella voltea desconcertada, puso una cara de pocos amigos, pero
después de eso, sonrío. Su sonrisa estaba llena de luz, iluminaba ese momento,
pero ahora, con los ojos hinchados, quizá de tanto llorar, eso me quebró, después
de sonreírme, se llevó las manos al
rostro y se limpió los ojos con la manga de su abrigo, aunque estaban algo
hinchados, por primera vez veía ese par de ojos cafés obscuros, tan obscuros
como mi bebida, ojos que expresaban amargura e infelicidad, me dijo “hola
idiota”, ese instante para mí se convirtió en el mejor de muchos años, así que
le dije, “permite que te invite un café”, su respuesta fue, “no me gusta el
café pero un té de limón lo acepto”.
Estuvimos
conversando por cerca de 5 horas, su amor por la literatura era tan notorio que
estuvimos hablando de Sabines, Benedetti, Paz, pero también ella era una amante
de la trova, me contó sobre la primera canción que escuchó de este tipo, era la
de Ojalá de Silvio Rodríguez. Durante toda la charla noté que a ella algo le
pasaba, pero no quise cometer otra imprudencia y nunca tocamos el tema. Al
finalizar la noche, cuando Esteban (así se llama e dueño del café) estaba a
punto de cerrar el verso, me dijo, “idiota, tengo que irme, pero regresaré
mañana a las 6pm, por cierto, me llamo Violeta”.
Ese
día pasaba a ser el mejor de mi vida, por fin supe su nombre, pude remediar la
mala noche de copas que había tenido, aunque pensándolo bien, esa imprudencia
me sirvió para poder conocerla.
Asistí
al verso exactamente a las 6pm, como habíamos quedado y ahí estaba Violeta,
volví a pedir mi café negro y su té de limón, otra vez estuvimos cerca de 5
horas conversando, nos empezábamos a conocer, ahora hablábamos de los problemas
que vive la sociedad, entre la charla estuvimos viendo la forma de acabar con
el hambre en el mundo, ¡por Dios, que mujer tan interesante! Violeta no era una
persona común y eso me volvía loco. Las ganas de vivir regresaron a mí, por
semana nos estábamos viendo de 3 a 4 días siempre a la misma hora y mismo
lugar, hasta que un día…
24
DE DICIEMBRE
Era
24 de Diciembre, yo una persona solitaria pues no me gustaba pasar ese día con
nadie, sin embargo como habíamos quedado, llegué a las 6 a “el verso”, estaba
ansioso de poder conversar con ella aunque fuera por unos minutos, desconocía
si ella pasaría ese día con su familia, ya que en mi timidez nunca le pregunté si
pasaría con alguien esa fecha que para muchos resulta importante, aunque para mí
nunca lo ha sido, ya que mi niñez estuvo llena de altos y bajos, por eso me
mudé de ciudad, y aquí donde vivo no tengo a nadie, sé que son épocas de
disfrutar pero para mí resulta ser un día más, Esteban, sabía que yo asistiría
a ese lugar, ya que en el verso hacen la llamada “noche buena” y como es de esperarse
todos aquellos que van ese día, son almas solitarias como la mía, personas que
preferimos el calor de aquellos a quienes no conocemos, escuchando la música
que tanto nos apasiona, algunos leyendo, otros tomando tragos de whisky, pero
nunca faltaba el impertinente que se embrutecía y empezaba a llorar o maldecir
a quienes le rodean. Me encontraba sentado en la mesa de siempre, esperando la
llegada de “ella”, Violeta para mí en tan poco tiempo se había convertido en
una persona importante para mi vida, llenaba de luz mi oscuridad, ella tan
radiante con ese rostro lleno de historia, misteriosa, pero sobre todo inteligente,
¡me vuelve loco esa mujer! le dije al dueño del café, él solo sonreía, como si
la conociera más que yo, y posiblemente así era ya que él quizá tenía más
tiempo que viéndola asistir a mi 2do
hogar. Pasaban los minutos y por primera vez después de algunas citas, no
llegaba, se me hacía demasiado raro ya que siempre fue muy puntual, inmediatamente
pensé que algo estaba sucediendo, aunque también estaba exagerando, ya que, en
un día tan transcendente para todos, ella tendría planes. Dieron las 10 de la
noche, las personas que se encontraban en el lugar, aprovechaban el momento,
mientras que yo, ahí me encontraba desconcertado por no saber si Violeta se
encontraba bien, realmente nunca había extrañado a tanto alguien, me había acostumbrado
a verla, a llegar puntuales siempre a nuestro momento, así le había denominado,
me encantaba su presencia, me encantaba verla hablar con tanta inteligencia y
profundidad, pero bueno, esa noche no fue así. El tiempo transcurría se llegó a
hora del cierre, todos se abrazaban por la llegada de la “Navidad”, no puedo
negar que ver tanta felicidad ajena me causaba una sensación de amargura. Ella nunca
llegó, no la culpo, quizá tuvo asuntos más importantes que venir al “Verso”,
salí para dirigirme a mi casa, pero me llevé una sorpresa que no imaginaba, al
caminar hacía mi coche, observe la silueta de una persona que se encontraba en
un rincón oscuro, era una mujer que no contenía el llanto, la verdad dude en
acercarme, pero lo hice, lentamente me fui acercando, y veía que la mujer
seguía con un llanto desesperado, así que me seguí acercando y ¿cuál fue mi
sorpresa? ¡Era Violeta! inmediatamente le pregunté ¿cuánto tiempo tenía ahí? Su
respuesta me dejó helado, incluso más helado que la noche, ya que hacía un frío
tremendo, ella me contestó que como todos los días que nos habíamos visto,
había llegado a las 6pm, pero que no quería contagiarme de su tristeza, porque
sabía que en la víspera de navidad lo que menos espera la gente es llorar; inmediatamente
me quité mi abrigo para ponérselo porque el frío la estaba consumiendo además
de la tristeza, le coloqué mi abrigo y la abracé, era la primera vez que lo
hacía, ella me vio y también hizo lo mismo, me abrazó con tanta fuerza que
sentía que ella me necesitaba. Ese abrazo duró aproximadamente 10 minutos, todo
era silencio, yo solo pensaba en ayudarla, en poder ser parte de ese instante y
lograr convertir esa melancolía en tranquilidad, y así fue, dejó de abrazarme y
con sus suaves manos comenzó a limpiarse las lágrimas que por horas había
derramado, yo la veía como un estúpido, no podía ocultar que esa mujer para mi
representaba demasiado, a pesar que llevaba unas cuantas semanas conociéndola,
al dejar de llorar me pidió perdón por no haber llegado a nuestro encuentro, a
lo que yo le contesté que no se preocupara, pero también le aclaré que en la
siguiente ocasión que se sintiera así, me hablara, le pedí su equipo celular
para anotar mi número, claro que lo guardé como ”el idiota”, ella sonrío al ver
lo que hacía, para mí eso fue tranquilizador ya que después de la tempestad que
vivía la veía reír, estuvimos conversando en ese lugar, no nos importó el frío,
platicamos mucho, tanto que el tiempo no se sintió y nos dieron las 5 de la
mañana, estuvimos 5 horas en el frío, pero ni siquiera lo sentí, porque aquel
primer abrazo lo remedió todo. Llegó el momento de irnos, me ofrecí en
acompañarla a su casa, a lo que ella accedió. En el camino a su hogar, le
pregunté qué era lo que le estaba sucediendo y por primera vez me contó acerca
de su vida, me dijo que tenía 3 meses que se había separado de su aún esposo, a
separación se dio lo había encontrado
teniendo relaciones sexuales con su mejor amiga en su propia casa, eso era lo
que le causaba tanta tristeza, porque para ella él era el amor de su vida, o
eso pensaba, en ese momento fue cuando comprendí muchas cosas, por ejemplo las
tantas repeticiones de la canción ”Procuro olvidarte” en aquella vez que la
volví a ver, después de hablarme acerca de su tristeza, me dijo “feliz navidad
y gracias”. Yo no supe que decir, esas
palabras las sentí como si una flecha venenosa atravesara mi corazón, pero
también como el feliz navidad más puro y sincero que había escuchado en años
¿por qué? No lo sé, o bueno, si lo sabía, me estaba enamorando…