Recuerdo muy bien un momento que
me sucedió exactamente cuando tenía 17 años, tuve la oportunidad de tomar un
micrófono y conducir un evento en mi facultad, mi labor era presentar a las
autoridades que se encontraban presentes, quizá suena como algo muy sencillo,
pero para mí no lo era, porque toda desde los 10 años siempre que hablaba
frente al público lo hacía en el estilo de lo que muchos llaman oratoria
clásica, un estilo fuerte, apasionado, pero este no era el lugar para hacerlo
(el evento del que hablo) ya que si hacía eso, todos pensarían que estaba loco
o bien podría salir del protocolo. Llegó el momento de abrir el evento con las palabras
de bienvenida, mis manos temblaban, mi rostro mostraba inseguridad, comencé a
sudar, mis piernas parecían el epicentro de un terremoto, al decir las primeras palabras del mensaje, me
trabé, mi rostro enrojecido no podía esconder la “pena” que sentía en ese
momento, seguí con la conducción del evento, error tras error, palabras mal dichas,
mi dicción se notaba pésima; estar frente a todos y hacer el “ridículo” me hizo
hacerme una promesa, que nunca más me volvería a suceder eso, que me prepararía
para poder hablar frente a la gente sin necesidad de hacerlo como discurso de
oratoria, y fue entonces cuando inició mi camino en este mundo de la exposición
en público a forma de conferencia.
No puedo negar que fue complicado
cambiar un estilo por otro, tuve oportunidades que varias personas me brindaron
para poder practicar lo que estaba aprendiendo (observando videos y leyendo) y
entonces seguí por ese camino.
Hoy después de casi 11 años de
ese acontecimiento puedo decir que una de las mejores decisiones que he tomado
en mi vida es esa, prepararme para no volver a pasar tragos amargos frente al
auditorio. Desde ese día he ido aprendiendo de las personas que me rodean, recuerdo muy bien que para saber si había
aprendido bien, necesitaba empezar a compartirlo, entonces a los 19 años,
comencé a apoyar a personas que en algún momento de su vida fueron presas del
pánico escénico y los nervios se los comieron, apoyé a algunos conocidos que
posteriormente se hicieron mis grandes amigos, hasta que un día una persona me
preguntó si me podía contratar para ayudarle en una exposición que tendría, a
lo que yo accedí, después de esto empezaron a buscarme personas que por medio
de recomendación dieron conmigo, entre ellos profesionistas, estudiantes y
algunas personas del servicio público, sin duda para mí todo esto fue
gratificante, porque además de ganar monetariamente, ganaba en experiencia, y
eso es lo que comenzó a formar en mi un pensamiento que iba más allá que una
clase particular. En ese lapso de mi vida, me encontraba viviendo una situación
sumamente complicada (lo pueden escuchar en la conferencia de emprendimiento de
mi marca) y llegue a la conclusión de que si podía ayudar a la gente a que
vencieran sus miedos al hablar en público, entonces era tiempo de pensar en
grande, de crear una institución que se dedicara a eso, ahí es donde comienza
El Poder de Convencer M.R.
A casi cuatro años de su
creación, tengo la dicha de poder decir que he compartido mi experiencia con
cerca de 10,000 personas, entre cursos, conferencias y he visto que el “Hablar
en público” es uno de los miedos más grandes que las personas tienen, un miedo
que alguna vez en mi vida compartí, pero al igual que esas diez mil personas
decidí enfrentarlo. De mis alumnos he aprendido que uno de los temores por los
que no se atreven a exponer frente a un público es el miedo “al qué dirán”
desde este momento les digo a todos ustedes que están leyendo este post, ese
miedo deben comenzar a hacerlo a un lado, principalmente porque quien está
frente al púbico son ustedes, aquí ya habla mucho de ustedes porque tuvieron el
valor de hacerlo, algunos otros lo hacen porque es su deber (clase, venta,
reunión, etc.) pero también les digo que se sientan honrados por tener la
oportunidad de pararse frente a otras personas a exponer.
En este tiempo he tenido alumnos
que por miedo al hablar frente a la gente han optado por salirse de la
universidad, renunciar a su trabajo o dejar que otros expongan sus proyectos. No
saben lo que es para mí el poder apoyar este tipo de situaciones porque me “encanta”
mostrarles una parte de ustedes que quizá no conocían y esa es “que vean que si pueden hacerlo”, claro esto
cuesta tiempo, esfuerzo y para quienes
han estado en alguno de mis cursos sabrán que también les cuesta enojos, porque
realmente las dinámicas que utilizo son demasiado complicadas, me gusta
llevarlos al clímax porque sé que así es como sacarán ese verdadero “yo” que
llevan dentro. He aprendido de todos y sé que también han aprendido de El Poder
de Convencer, hoy les digo que estoy muy agradecido por permitirme no solamente
ser su asesor, sino también ser parte de sus vidas, porque para mí esa es la
intención más grande, el poder causar un impacto positivo y hacer que se den
cuenta del potencial que tienen.
Convencer en público no es un
don, es un hábito provocado por la práctica. Entonces, tú que lees este post, quieres ser bueno
hablando en público y quieres vencer tus miedos, lo que tienes que hacer es, hablar
en donde quiera que tengas oportunidad, olvidar que tienes miedo y enfrentarlo,
aquellos que nunca han estado en capacitación conmigo se preguntarán ¿cómo lo
voy a hacer? La respuesta la encontrarás con estos tres pasos que a
continuación te comparto:
- · Convéncete para convencer: Si quieres convencer a la gente que te escucha, primero debes estar completamente convencido de lo que estás compartiendo, conocer tu tema (producto, servicio, etc.).
- Respiración factor más importante al exponer: Así como lo leen, el respirar nos ayudará a poder controlar nerviosismo, trabajar con la fluidez de la exposición y sobre todo no permitirá que nos aceleremos siempre y cuando, aprendamos a respirar correctamente cuando hablamos en público (Inhalar por nariz y exhalar al momento de hablar).
- · Nerviosismo “El motor de tu éxito al exponer”: Muchos se preguntarán ¿Cómo que el nerviosismo es mi motor? Pues si, porque el nerviosismo es eso que le da sabor a lo que hacemos, el nerviosismo es ese Goliat que alguna vez David enfrentó, es tu rival a vencer, ¿qué esperas? Es momento de enfrentarlo y vencerlo.
Estoy convencido que con estos
tres sencillos pasos tus presentaciones cambiarán de manera impactante, podrás
controlarte, aprenderás a trabajar frente a personas y sobre todo lograrás
tener el poder de convencer.
Alberto Ramírez Rodríguez,
fundador El Poder de Convencer M.R.