viernes, 1 de abril de 2016

Hijo(a) mío.



Te han dado esta carta porque hoy es un día en el que posiblemente estás derramando lágrimas, y sé que es porque reflejan el amor que me tienes, hoy estás recordando cada uno de esos bellos momentos en los que compartimos más que el tiempo, compartimos nuestras vidas, sonreímos, lloramos, gritamos pero siempre juntos.

Hoy sé que miras al cielo y preguntas al creador ¿por qué? Pero créeme que a veces la vida es tan compleja que nunca la vamos a entender, hoy te explico cada una de mis razones por las cuales fui duro contigo, la primera de ellas, quería que supieras que en la vida las cosas no son fáciles, debes ganarlas nunca pedirlas, no acostumbrarte a que recibas sin esforzarte, eso estoy seguro lo hice muy bien porque hoy te has convertido en una persona responsable, que lucha, que pelea que siempre se levanta cuando cae, que encuentra soluciones a todos los conflictos, sé que quizá a veces no entendías mi forma de educarte, pero aquí está el resultado. La segunda, siempre tuve el deseo de que fueras una persona educada, respetable, y hoy lo eres, por eso fui estricto, sé que a veces me excedí pero supe que tuve razón, hoy la gente te ve con autoridad, con respeto y sobre todo, te ven como una persona de bien, un ejemplo a seguir. La tercera, y de esta me arrepiento muchísimo, nunca te demostré mis sentimientos, porque así me criaron a mí, aquí sí sé que me equivoqué por completo, porque no te enseñé a mostrarte al mundo como eres, lo que llevas dentro, pero por medio de esta carta que hoy lees, quiero que sepas que siempre fuiste mi adoración, sé que lo sabías porque con acciones lo demostraba, pero debí decirlo, hoy lo sabes,  hijo mío.

Te quiero pedir algo, te quiero pedir que no llores frente a mi tumba, no derrames lágrimas por mí, recuerda siempre los momentos más alegres,  lo que necesito que hagas, es que a tus hijos los eduques como yo lo hice contigo, pero a ellos diles que los amas, diles que los quieres y que son tu razón de vivir. Te quiero pedir, que sigas siendo la misma persona, y que esas lágrimas que hoy se están derramando se conviertan en acciones por el bienestar de quienes te rodean, siempre busca hacer algo por el prójimo. Sonríe y agradece a Dios que aun tienes la oportunidad de ver la luz del día, quizá a mí se me acabo ese tiempo, pero recuerda que tu vida es prestada y que en cualquier momento vendrás conmigo para que volvamos a jugar como cuando eras niño.
Te quiero mucho hijo mío, ahora sí, puedo decir “Vida nada me debes, vida estamos en paz”, nos volveremos a reunir y esperaré con ansías ese momento, para que vengas a platicar que hiciste lo mejor por tus hijos.


Tu Papá

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