Y en estos momentos es cuando le
agradezco a Dios la creación de ese ser sublime, grandioso, perfecto, sin duda
alguna, no se equivocó al momento de brindarle a este mundo la oportunidad de
poder apreciar la belleza en su máxima expresión.
Todos en algún momento estuvimos
encerrados en su cuerpo, cuando crecemos tenemos la oportunidad de convivir, de
sonreír a causa de la sutileza de una mirada, de un abrazo tan fuerte que nos
deja sin aliento, somos capaces de ver con dulzura y sinceridad, y hasta el más frío, el más duro de los hombres
se suaviza al ver el poema que redacta la sonrisa del ser más perfecto que
existe: la mujer.
¿Cuántos de nosotros no hemos
caído al son de una mirada? ¿Cuántos no hemos sido deslumbrados por la sonrisa
dibujada en el rostro de una dama?
Es momento de decir gracias, a
Dios, al creador, o a quien se les ocurriera la grandiosa idea de hacer que la
mujer exista, porque desde todas perspectivas lo tenemos que hacer, por
nuestras madres, hermanas, hijas, amigas, parejas.
La mujer es capaz de crear una
tormenta en el cielo más tranquilo pero también con su sonrisa o un abrazo de
apagar la furia de nuestro ser.
Si tú, quien lee estas líneas,
tiene a su lado a una mujer así, valórala, quiérela, amala, pero sobre todas
las cosas cuídala, porque a tu lado tienes a un ser tan imperfecto que a
nuestra vista resulta perfecto.
Tú, quien lee en este momento te
pido que hagas algo, Sonríe…
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