Fría como las noches más crudas
del invierno, callada como si no tuviera voz, no existía razón alguna para
estar entusiasmada, sus sonrisas fingidas eran tan predecibles, así era ella,
mujer solitaria, mujer que mostraba dos facetas, la verdadera, que contiene
todos los adjetivos previamente descritos y la que la mayoría conoce, la chica
sonriente que a todos les cae bien.
Desde un inicio sabía que las
cosas no estaban bien, estaba convencido que sus sonrisas no eran sinceras,
sino forzadas, por compromiso, pensé que era por mi falta de empatía con ella,
pero después entendí que no era así, ella no estaba molesta conmigo ni con
nadie, estaba enojada con la vida, estaba molesta porque todo le pasaba.
Un sinfín de pretendientes, pero
nadie supo descifrar lo que yo vi, muchas amistades pero pocas se quedaban en
su vida porque nunca fueron pacientes para conocerla realmente.
Enojada con la vida, siempre
pensó que lo que vivía no era parte de su destino, que la vida le jugaba una
broma, que la vida se ensañaba con ella, sentía que siempre le metían el pie
para que sus caídas fueran seguidas y dolorosas, no comprendía y el resultado
fue que no tuviera ganas de vivir, dejaba que la vida pasara como navío sin
timonel, porque no tenía ganas de nada.
Su lindo rostro reflejaba
tristeza acumulada, su sonrisa decepciones constantes, y su forma de ser, la
inconformidad con la vida, ella necesitaba encontrar una razón para seguir
adelante, pero mientras eso pasaba, la vida seguía cobrando facturas que ella
nunca expidió, porque era tan buena que nunca pensó en vengarse de aquellos que
tanto daño le hicieron.
Diariamente sufría, reía poco, le reclamaba a Dios en silencio, nunca estaba
conforme con nada, con su forma de ser, con quienes la rodeaban, su aspecto, su
trabajo, su familia, con nada, hasta que un día, por fin comprendió que lo
único que necesitaba para que su vida diera un giro de 180 grados, era comenzar
a aceptarse, empezar a quererse, amarse
sin medida, y darse cuenta que la felicidad nadie se la va a provocar sino que
ella misma sería la causante de este sentimiento, ese día fue cuando al fin
frente al espejo se dio cuenta que valía muchísimo, pero primero tenía que convencerse
de eso y encontró su razón para seguir adelante. Entonces, después de todo
esto, no fue feliz como en los cuentos de príncipes y princesas, porque eso es
una utopía, pero su vida se convirtió en
un mundo de sueños y ganas de salir adelante, entonces en ese momento al fin
pudo aceptar el amor que otros le daban, antes, esto no pasó porque primero
tenía que amarse a sí misma, y es aquí en donde puedo decir que volvió a nacer porque
aceptó amar y ser amada. Y con todo esto, puedo decir que la primera faceta que conocí de ella fue lo que me gustó, pero cuando al fin decidió aceptarse, me enamoró.
Alrez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario