lunes, 28 de diciembre de 2015

Ella





Fría como las noches más crudas del invierno, callada como si no tuviera voz, no existía razón alguna para estar entusiasmada, sus sonrisas fingidas eran tan predecibles, así era ella, mujer solitaria, mujer que mostraba dos facetas, la verdadera, que contiene todos los adjetivos previamente descritos y la que la mayoría conoce, la chica sonriente que a todos les cae bien. 

Fue demasiado complicado descifrar aquel enigma, no sabía por dónde empezar, porque en ocasiones mostraba un rostro, pero a los cinco minutos enseñaba su otro yo, no entendía que pasaba, eran momentos tan raros que casi no puedo explicar, pero poco a poco fui comprendiendo lo que pasaba, poco a poco descubrí el porqué de su comportamiento,  el sufrimiento la acompañaba a donde quiera que se moviera.

Desde un inicio sabía que las cosas no estaban bien, estaba convencido que sus sonrisas no eran sinceras, sino forzadas, por compromiso, pensé que era por mi falta de empatía con ella, pero después entendí que no era así, ella no estaba molesta conmigo ni con nadie, estaba enojada con la vida, estaba molesta porque todo le pasaba.

Un sinfín de pretendientes, pero nadie supo descifrar lo que yo vi, muchas amistades pero pocas se quedaban en su vida porque nunca fueron pacientes para conocerla realmente.

Enojada con la vida, siempre pensó que lo que vivía no era parte de su destino, que la vida le jugaba una broma, que la vida se ensañaba con ella, sentía que siempre le metían el pie para que sus caídas fueran seguidas y dolorosas, no comprendía y el resultado fue que no tuviera ganas de vivir, dejaba que la vida pasara como navío sin timonel, porque no tenía ganas de nada.

Su lindo rostro reflejaba tristeza acumulada, su sonrisa decepciones constantes, y su forma de ser, la inconformidad con la vida, ella necesitaba encontrar una razón para seguir adelante, pero mientras eso pasaba, la vida seguía cobrando facturas que ella nunca expidió, porque era tan buena que nunca pensó en vengarse de aquellos que tanto daño le hicieron.


Diariamente sufría, reía poco,  le reclamaba a Dios en silencio, nunca estaba conforme con nada, con su forma de ser, con quienes la rodeaban, su aspecto, su trabajo, su familia, con nada, hasta que un día, por fin comprendió que lo único que necesitaba para que su vida diera un giro de 180 grados, era comenzar a aceptarse, empezar  a quererse, amarse sin medida, y darse cuenta que la felicidad nadie se la va a provocar sino que ella misma sería la causante de este sentimiento, ese día fue cuando al fin frente al espejo se dio cuenta que valía muchísimo, pero primero tenía que convencerse de eso y encontró su razón para seguir adelante. Entonces, después de todo esto, no fue feliz como en los cuentos de príncipes y princesas, porque eso es una utopía,  pero su vida se convirtió en un mundo de sueños y ganas de salir adelante, entonces en ese momento al fin pudo aceptar el amor que otros le daban, antes, esto no pasó porque primero tenía que amarse a sí misma, y es aquí en donde puedo decir que volvió a nacer porque aceptó amar y ser amada. Y con todo esto, puedo decir que la primera faceta que conocí de ella fue lo que me gustó, pero cuando al fin decidió aceptarse, me enamoró. 


Alrez

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