Aquel día recuerdo muy bien, que
me levanté demasiado emocionado, porque al fin obtendría una respuesta de la
pregunta que le hice la última que vez que nos vimos, recuerdo muchísimo y
hasta se me eriza la piel, parecía un niño en la noche previa a navidad, esa sensación que tenía años de no
sentir, no recordaba lo que era sentir esto por una chica.
Ella sin duda, mi inspiración,
todo lo que hacía lo realizaba para que me viera, para hacerme notar, hasta que
un día lo logré, ese fue el día más feliz de mis últimos años, el recordar su
primer “hola” fue como manifestar un sentimiento tan bello, tan grandioso. Los
días pasaron, nuestras conversaciones se incrementaban, todos los días nos escribíamos,
nos llamábamos con la mente, pensando mucho en ella, en sus ojos obscuros pero
que reflejaban demasiado brillo, que iluminaban hasta mis noches más
tenebrosas, y que decir de su sonrisa, capaz de dominar todos mis demonios, de
entenderlos, de compartirlos, sus abrazos eran capaces de detener la erupción
del volcán, de tranquilizar las mareas más peligrosas; ella era capaz de todo.
Aquella noche la recuerdo y cada
que visualizo su rostro me estremece, recuerdo ese beso tan tierno, tan bello,
tan excitante, que logró convertir el infierno en paraíso, porque cuando sentí
el rose de sus labios con los míos nunca imaginé que me provocaría ese
torbellino de sentimientos, no puedo negar que el nerviosismo me invadía, las
palabras se trababan, los pensamientos se esfumaban, porque la única imagen que
mi mente proyectaba, era la de su ser, el único sonido que mis oídos escuchaban
era aquel que solo ella sabía hacer, sentí que mi corazón latía sin parar con
una fuerza superior, no tanto como la de su belleza porque ésta es
incalculable. De pronto me armé de
valor, le propuse que empezáramos a escribir una historia juntos, le dije que
estaba dispuesto a compartir mi libertad
con ella, ella no sabía que decir, estaba impactada, posiblemente
asustada, no decía ni una palabra, solo esbozaba sonrisas nerviosas, lo pude
entender, quizá era muy pronto para
escuchar aquella propuesta tan segura, tan convincente.
Al fin se había llegado el
momento de volver a verla, mi emoción era insoportable, quienes me conocen
sabían que algo me pasaba, y estaban en lo correcto, me estaba enamorando de
quien se había convertido en la dueña de mis sueños, de quien estaba conmigo
todo el día en mi pensamiento, de aquella persona por la que fui capaz de
romper mis miedos. La cita se pactó en el parque donde la conocí , esa ocasión
ambos nos encontrábamos haciendo ejercicio, fueron varios días los que pasaron
hasta que por fin escuché su primer “hola”; se había llegado la hora, las 4pm
para ser exactos, ahí estaba yo, sentado con un ramo de rosas rojas, aunque
sabía de su amor por los tulipanes, que debo confesar que también los traía
conmigo pero estaban destinados a ser entregados en el momento exacto, por supuesto
que se los daría de sorpresa. Recuerdo muy bien que no llegó a tiempo, pasaron los
25 minutos más largos de mi vida, cuando al fin, a lo lejos la vi, mi ritmo cardíaco comenzó a acelerarse,
mientras ella se acercaba mi corazón ya no podía más, es posible decir que pude
ser víctima de un infarto jaja, de pronto ella llegó al encuentro, me sonrío,
me abrazó, no dijo ni una sola palabra, solo me veía, yo parecía un estúpido adolescente
por mi emoción y alegría, le entregué las rosas, ella seguía sin decir ni una
sola palabra, yo no sabía que pasaba, quizá estaba nerviosa porque había
decidido enfrentar sus temores y darme el sí que yo tanto anhelaba, hasta que
de pronto…
Hoy escribo esta memoria de aquel
momento en donde recibí un duro golpe, aún después de 1 año de lo sucedido no
he podido superar aquellas palabras que de su boca salieron: he regresado con
la persona que amo, lo siento mucho. Hoy lo escribo, porque a un año de lo
sucedido hoy ella se casa con el “amor de su vida” mientras que para mí, ella
lo seguirá siendo. Fui un estúpido porque cuando imaginé que la historia empezaba, todo terminó.
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