lunes, 7 de diciembre de 2015

Tulipanes





Aquel día recuerdo muy bien, que me levanté demasiado emocionado, porque al fin obtendría una respuesta de la pregunta que le hice la última que vez que nos vimos, recuerdo muchísimo y hasta se me eriza la piel, parecía un niño en la noche previa a  navidad, esa sensación que tenía años de no sentir, no recordaba lo que era sentir esto por una chica.

Ella sin duda, mi inspiración, todo lo que hacía lo realizaba para que me viera, para hacerme notar, hasta que un día lo logré, ese fue el día más feliz de mis últimos años, el recordar su primer “hola” fue como manifestar un sentimiento tan bello, tan grandioso. Los días pasaron, nuestras conversaciones se incrementaban, todos los días nos escribíamos, nos llamábamos con la mente, pensando mucho en ella, en sus ojos obscuros pero que reflejaban demasiado brillo, que iluminaban hasta mis noches más tenebrosas, y que decir de su sonrisa, capaz de dominar todos mis demonios, de entenderlos, de compartirlos, sus abrazos eran capaces de detener la erupción del volcán, de tranquilizar las mareas más peligrosas; ella era capaz de todo.

Aquella noche la recuerdo y cada que visualizo su rostro me estremece, recuerdo ese beso tan tierno, tan bello, tan excitante, que logró convertir el infierno en paraíso, porque cuando sentí el rose de sus labios con los míos nunca imaginé que me provocaría ese torbellino de sentimientos, no puedo negar que el nerviosismo me invadía, las palabras se trababan, los pensamientos se esfumaban, porque la única imagen que mi mente proyectaba, era la de su ser, el único sonido que mis oídos escuchaban era aquel que solo ella sabía hacer, sentí que mi corazón latía sin parar con una fuerza superior, no tanto como la de su belleza porque ésta es incalculable.  De pronto me armé de valor, le propuse que empezáramos a escribir una historia juntos, le dije que estaba dispuesto a compartir mi libertad  con ella, ella no sabía que decir, estaba impactada, posiblemente asustada, no decía ni una palabra, solo esbozaba sonrisas nerviosas, lo pude entender,  quizá era muy pronto para escuchar aquella propuesta tan segura, tan convincente.

Al fin se había llegado el momento de volver a verla, mi emoción era insoportable, quienes me conocen sabían que algo me pasaba, y estaban en lo correcto, me estaba enamorando de quien se había convertido en la dueña de mis sueños, de quien estaba conmigo todo el día en mi pensamiento, de aquella persona por la que fui capaz de romper mis miedos. La cita se pactó en el parque donde la conocí , esa ocasión ambos nos encontrábamos haciendo ejercicio, fueron varios días los que pasaron hasta que por fin escuché su primer “hola”; se había llegado la hora, las 4pm para ser exactos, ahí estaba yo, sentado con un ramo de rosas rojas, aunque sabía de su amor por los tulipanes, que debo confesar que también los traía conmigo pero estaban destinados a ser entregados en el momento exacto, por supuesto que se los daría de sorpresa. Recuerdo muy bien que no llegó a tiempo, pasaron los 25 minutos más largos de mi vida, cuando al fin, a lo lejos la  vi, mi ritmo cardíaco comenzó a acelerarse, mientras ella se acercaba mi corazón ya no podía más, es posible decir que pude ser víctima de un infarto jaja, de pronto ella llegó al encuentro, me sonrío, me abrazó, no dijo ni una sola palabra, solo me veía, yo parecía un estúpido adolescente por mi emoción y alegría, le entregué las rosas, ella seguía sin decir ni una sola palabra, yo no sabía que pasaba, quizá estaba nerviosa porque había decidido enfrentar sus temores y darme el sí que yo tanto anhelaba, hasta que de pronto…



Hoy escribo esta memoria de aquel momento en donde recibí un duro golpe, aún después de 1 año de lo sucedido no he podido superar aquellas palabras que de su boca salieron: he regresado con la persona que amo, lo siento mucho. Hoy lo escribo, porque a un año de lo sucedido hoy ella se casa con el “amor de su vida” mientras que para mí, ella lo seguirá siendo. Fui un estúpido porque cuando imaginé  que la historia empezaba, todo terminó.

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