jueves, 3 de diciembre de 2015

Presentas y te vas




La sociedad está siendo testigo del reclamo de miles de maestros hacia una reforma que se dice educativa, pero que, según los docentes, lastima de forma notable sus derechos laborales.
Esto porque la ley, desde 2013, incluye una palabra que hace temblar a más de uno: la "permanencia" en su puesto laboral, la terminación de ésta si acaso salieran mal en la evaluación que se les impone.

Hoy nos damos cuenta que una aprobación exprés de la reforma en las legislaturas estatales, en la que no existió el consenso con el magisterio, dejó entre 60 y 120 días sin clases a niños en el sur del País. Actualmente estudias cinco años para ser maestro y después la Secretaría de Educación o, bueno, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) te quita la oportunidad de ejercer en el sector público por no acreditar una evaluación en la que no existe un lineamiento y no se menciona siquiera una calificación de aprobación.En adición a ello, según los maestros, este intento de examen tiene graves errores de ortografía y, sobre todo, no se puede evaluar con la herramienta de opción múltiple el conocimiento de quien educa a tus hijos.No se puede dejar de lado en este escenario la conformación del INEE que, a pesar de ser un órgano autónomo, las ternas para llevar sus riendas serían propuestas por el Ejecutivo federal a consideración del Senado.En efecto, no es que seamos malpensados, pero si los maestros hoy conforman un brazo fuerte a nivel nacional, ¿se imaginarían una negociación, pero ahora por acreditar evaluaciones a cambio de apoyo de alguna causa política?

Hace unos meses estuve platicando con directivos tanto de escuelas primarias como secundarias y me comentaban que algunos inspectores realizaron una visita a funcionarios de la educación en el Estado (anterior administración), para hacer una serie de preguntas referentes a la "evaluación".  La única respuesta que encontraron fue: "esto viene de México, nosotros tampoco sabemos cómo procederá".  Es inverosímil que ni la misma autoridad tenga certeza de la forma en la que se procederá con este acto que resulta finalmente punitivo.Pero más lamentable es que con dicho examen se busque crear una educación "de calidad", cuando no existen los medios para impulsarla.

Tan sólo con hacer un recuento básico nos encontramos con que la infraestructura es pobre o nula en muchísimas escuelas; el maestro que acude a zonas alejadas de su ciudad, además de ser evaluado y criticado, tiene que aprender las lenguas que se hablan en la región, o peor aún, profes que por su espíritu de servicio terminan pagando de su propio bolsillo materiales para el buen desempeño de sus clases y aprendizaje de sus niños.  

La exigencia a los docentes aplica, sí, pero no cuando sus salarios se encuentran por los suelos. De igual manera, no es posible que se oferten puestos directivos a quienes no cuentan con la trayectoria y experiencia, o peor aún, que con un examen de algunas horas se determine su docencia.

Es cierto que hay maestros que no tienen vocación, y que por el viejo sistema de repartición de plazas muchos pensaban en un sueldo seguro y un retiro pasable, pero por ellos no la deben llevar todos.

Hoy debemos considerar al maestro en su contexto, pero también exigir que se le dote de instrumentos necesarios para una buena enseñanza. Y entonces sí, después de brindarles las herramientas, que se evalúe su permanencia, pero no antes. 

Porque entonces hoy el maestro estará más preocupado por acreditar una evaluación que por educar, el Estado por examinar que por preparar y, en medio de esto, quedarán los niños de México que siguen sin comprender a cabalidad lo que leen al concluir la educación básica.

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