lunes, 17 de abril de 2017

ELLA ERA MAGIA



La primera vez que la vi, no supe cómo reaccionar, a pesar de que éramos unos viejos conocidos, eso lo sé,  pero nunca nos dirigimos la palabra, hasta ese día que tomé la iniciativa y comenzamos a platicar, nuestras charlas eran sin sentido pero a la vez demasiado agradables, el tiempo pasaba volando. Fueron varias mis invitaciones que fueron rechazadas por “ella” a quien a partir de este momento así le llamaré, hasta que un día por fin accedió. Recuerdo muy bien esa tarde de otoño, la esperaba, mi nerviosismo era notorio, las manos me sudaban, no encontraba como acomodarme mi camisa, las mangas de la camisa las doblaba y desdoblaba sin parar, llegué 25 minutos antes a la cita,  ahí estaba yo, completamente como era, con un miedo que no me explicaba, a lo mejor era emoción por aquella cita que tendríamos, así le denominé “cita”, posiblemente fue muy apresurado para mí  llamarle así, aunque debo confesar que tenía más de 7 años de no tener una cita, esto, porque meses antes de hablar con “ella” había terminado una relación de casi 8 años, posiblemente por todo lo anterior, mi nerviosismo era excesivo.

Esa tarde no la olvidaré, y no precisamente porque tuviéramos la conversación más agradable en mucho tiempo, sino porque me “ella” me dejó plantado, así como lo leen, plantado, aquel nerviosismo excesivo desapareció dos horas después de la hora acordada cuando recibí un mensaje de texto que decía “discúlpame pero no me siento lista para esto”, realmente no supe que pensar, no sabía a lo que se refería, quizá ella también tenía el mismo pensamiento que yo y sabía que era una cita, sin embargo eso así quedó, no negaré que me molesté, porque ¿A quién se le ocurre cancelar dos horas después de la hora acordada?

El tiempo pasó, mi insistencia fue tanta que por fin logré que me aceptara vernos, el nerviosismo regresó, se apoderó de mí, hasta que por fin nos encontramos, frente a frente, realmente no sabía qué hacer, estaba emocionado,  siempre fui un escéptico hasta que ese día comprendí que la magia si existía, se encontraba reflejada en sus ojos, dibujada en sus labios, ella era magia; nuestra tarde fue de lo mejor que había vivido en mucho tiempo, no quería que terminara, pero tenía que hacerlo, al despedirnos cometí una imprudencia, la besé…

Hoy a más de 1 año de todo esto, debo confesar que estoy más enamorado que nunca. Nunca había perdido la cabeza por el amor de alguien como el de “ella”, pero también entendí que como dice el maestro Sabina “ni yo mato por celos, ni tú mueres por mí”, eso fue lo que pasó en esa “relación” que teníamos, solo uno luchaba por conquistar al otro, solo uno peleaba por un amor de cuento de hadas, solo uno enviaba a la mierda lo que la gente decía y ese siempre fui yo. Sus miedos, Sus recuerdos, sus fracasos amorosos nunca permitieron que lo que teníamos prosperara, siempre estuvimos a la sombra de todo, cosa a la que yo accedí, pero también un día me cansé de no ser prioridad, cuando ella siempre la mía. Hoy me culpo por permitir que este amor creciera como hasta hoy, cada rostro que veo la visualizo, cada beso que doy imagino que es para ella, cada caricia, cada palabra, cada sonrisa, siempre la termino buscando. Hoy estoy más enamorado que nunca, pero también sé que cuando las cosas no se dan, tenemos que decir adiós, no debemos forzar algo que nunca será para nosotros, ahora comprendo que todo esto no era necesario y que quizá la mejor decisión que pude haber tomado aquella tarde en dónde me dejó plantado, era no insistir, pero sé que todo lo bueno nunca será fácil, por eso es mejor dejarte partir. Al escribir esta carta con mi copa de vino y de fondo escuchando trova, se vienen a mi mente los versos de Osceransky porque es algo que me pasó en el ocaso de lo yo le llamé relación “Me he cansado de decir que no te vuelvo a ver y estoy harto de jurarme que es la última vez… Nunca pude acostumbrarme a tu forma de ser, cada vez que lo hago acabo por correr”.

Hoy le digo adiós, sabe que la amo, pero no tengo el valor para volverla a ver, porque sé, que siempre seré débil ante ella. Por eso escribo esta carta firmada con un sobre nombre, porque mi número, mi domicilio lo cambié para nunca más verla, pero estoy seguro que un día leerá esta carta, se identificará, se dará cuenta que la razón por la cual desaparecí de su vida nunca fue porque no la amara, todo lo contrario, desaparecí porque la amo y sé que ella a mi no. Espero y siga con su vida como hasta hoy, pero ojalá un día sea capaz de enfrentar sus miedos para que se dé cuenta que el construir un amor de verdad, es de dos.


Alrez.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario