Fueron muchos años de compartir
nuestras vidas, éramos la pareja perfecta, todo era sonrisas, todo era amor,
todo era belleza a nuestro alrededor, nunca olvidaré aquel momento tan mágico
en donde me pidió que uniéramos nuestras vidas para la eternidad, aquel momento
tan irónico porque lo que parecía ser un día gris y lluvioso, resultó ser el
día más feliz de mi vida, me pidió matrimonio, me sentía la mujer más
afortunada del mundo al saber que el hombre al que amaba me pedía estar conmigo
siempre, sin lugar a dudas era la mujer más dichosa del mundo.
Tiempo después de nuestra unión,
todo comenzó a cambiar repentinamente, lo que antes eran halagos se convertían
en insultos, lo que primero fueron dulces caricias se convertían en empujones,
en humillaciones, no sabía que pasaba, no sabía que era lo que le estaba
faltando, hice de todo, cambié mi look, cambié mi forma de ser para él, lo que
nunca fue suficiente.
Uno de mis temores más grandes
siempre había sido el océano, él sabía que yo nunca estaría más de 2 horas en
el mar, pero al parecer eso no le importaba, al parecer lo que quería era darme
una lección, me llevó a la fuerza a un paseo con sus amigos, fueron 5 días muy
tristes, 5 días humillándome, muriendo de miedo , no sabía que sucedía, todo
era gris, todo era soledad, a pesar de haber estado con más personas en esa
semana, no quiero ni recordar esos momentos.
La última noche, yo estaba decidida,
no entendía porque aquella persona a quien le entregué mi vida entera me estaba
traicionando de esa forma, no entendía las razones para destrozar algo que yo
le regalé, lo único que deseaba era que lo cuidara, que lo quisiera como yo
quería el de él, aunque ahora que lo pienso bien, nunca fue mío su corazón.
Decidida regresé de ese calvario,
y con muchísimo miedo, le pedí terminar lo nuestro, aquellos años de matrimonio
no fueron lo que pensé, su reacción fue violenta, su reacción fue de odio, me
dijo cosas horribles, me dijo que “nunca encontraría al amor de mi vida porque
lo estaba dejando”, la verdad yo le creí todo. El tiempo pasó, después de
nuestra separación, empecé a subir de peso de una forma en la que nunca había
pasado, dejé de ser alegre, mi rostro reflejaba el odio de él hacía a mí y
sobre todo el que yo misma me tenía, empecé a creer que él tenía la razón.
En mi camino se cruzaron personas
maravillosas, mi familia nunca me dejó sola, mis verdaderos amigos siempre
estuvieron ahí, pero yo no quería nada de eso, lo que deseaba era morir, no
niego que tuve momentos en donde el suicidio pasaba por mi mente, sé que era
una estupidez.
Después de terapias, después de
empezar a salir del agujero en donde me encontraba empecé a luchar contra la
nostalgia, comencé a ser como era antes, claro, más fuerte, más dura, pero aún
pensaba que él tenía razón, pensé que nunca encontraría al amor de mi vida.
El tiempo pasó, mi cuerpo empezaba
a demostrar que podía recuperarse, y entonces entendí que si mi cuerpo podía,
mi corazón y mi mente también lo harían, así que estaba a decidida a ser feliz,
en ese transcurso de tiempo llegaron a
mi vida varios hombres, pero, notaba que ellos al saber que yo estaba
divorciada lo único que deseaban era acostarse conmigo, ninguno tenía intenciones
reales conmigo, lo que me ocasionaba caer en la misma depresión de nunca encontrar al amor de mi vida, a
veces me arrepentía haber dejado a aquella persona, que a pesar de que me
humillaba y golpeaba siempre estaba ahí para mí, pero después comprendí que esa
era una estupidez y que la decisión que tomé fue la acertada, y sabía que si
tenía que quedarme sola lo haría, pero eso me ocasionaba miedo, no niego que
después de mi ruptura me hice una mujer insegura, demasiado nerviosa.
Hoy en la mañana al despertar,
todo era bello, los pájaros cantaban hermoso, el sol estaba radiante, la mañana
como nunca se veía demasiado feliz, al dirigirme a tomar la ducha, caminé y
pasé a lado de uno de esos espejos que
había decidido volver a colocar en mi hogar, aquellos que quité porque no
quería ni verme, no quería darle la razón a aquel canalla, al pasar por uno de
esos espejos, de reojo me quedé pensativa, observé detenidamente mi rostro, mi
cuerpo, me observé a mí misma, y hoy al fin comprendí que él no tenía razón,
porque hoy sé que el amor de mi vida siempre ha estado ahí, solo que nunca le
había puesto atención, el amor de mi
vida, era quien se reflejaba en el espejo.
Dana.
Me encantó! Muchas mujeres tardamos en descubrir nuestro valor, pero es el mismo valor quien nos ayuda a encontrarlo!
ResponderBorrarMuchas gracias por tus comentarios!!
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