Recuerdo muy bien aquel momento
en donde nos conocimos, donde tú y yo fuimos parte de un momento especial, un
momento inolvidable, estabas sentada en la banca de aquel parque, no dejabas de ver tu celular, tu rostro cabizbajo,
lentamente me acerqué, veía que tus ojos se encontraban cristalinos, tú, al ver
que casi llegaba a donde estabas llevaste tus manos al rostro y lo limpiaste
como si algo te hubiera caído en ellos, me viste, sonreíste e inmediatamente te
levantaste, ese fue el momento en donde te detuve, pregunté tu nombre a lo que
contestaste – Me llamo Ariana-, quise preguntar que te sucedía, cosa que no
hice por miedo y sobre todo por pena, ya que ¿cómo le ibas a platicar a un extraño
lo que te pasaba?
Con frecuencia comencé a visitar
ese parque, tú, siempre sentada en la misma banca, en la misma posición,
siempre te saludé hasta que un día te invité a cenar, recuerdo perfectamente
que te negaste a aceptar mi invitación ¿Cómo ibas a aceptar cenar con un
desconocido?
Por fin llegó el día en donde
accediste a mi propuesta, lo que no sabíamos es que ese día quedaría marcado
como el primero de muchos, en donde tú y yo pasaríamos grandes cosas.
Salíamos con frecuencia, nuestra
relación era grandiosa, el besarnos era lo que más esperaba, el ver tus ojos me
daba tranquilidad, el sentir tu cuerpo sobre el mío despertaba mi pasión,
hacíamos el amor y el tiempo se detenía, recorrer tu cuerpo con mis labios es
uno de los placeres que han marcado mi vida, no sé cómo le hicimos para llevar
esta relación tan lejos, donde ni siquiera sabía tus apellidos, mucho menos tu
edad, nunca lo quise preguntar, porque fue algo que se dio y entonces, no
importaba todo lo demás, lo único era nuestra pasión y deseo.
Nunca pregunté ¿por qué llorabas todas
las veces que te vi en el parque? No lo hice porque sabía que eso era invadir
tu privacidad, nunca pregunté donde vivías, muchos menos cuales eran tus
gustos, no le di importancia, porque lo único que me importaba eras tú, me
volvías loco con el solo hecho de escuchar mi nombre pronunciado por tus
labios, tus abrazos tan llenos de sinceridad y tu forma de hacer el amor me
tenía a tus pies.
Esa noche de febrero nunca la voy
a olvidar, recuerdo bien que llegaste a mi casa, me di cuenta que aprendiste rápido el camino, no dijiste ni una
sola palabra, al entrar, cerraste rápidamente la puerta y me aventaste hacía el
suelo, empezaste a besarme de arriba abajo, no te detenías, yo, quería hablar,
quería escucharte lo único que hacías era llevar tu mano a mi boca, Ariana, esa
noche me devoraste el alma, me abrazaste y nos quedamos dormidos hasta el día
siguiente, al despertar ya no te encontrabas conmigo, pero dejaste una carta en
donde me explicabas todo lo que sucedía, por primera vez me dijiste tu nombre
completo, hablaste de ti, tus ocupaciones, por fin supe, la razón de tu llanto,
pasabas por una situación demasiado complicada, te habías divorciado, pero lo
que más me sorprendió fue lo que decía :
“Alrez, eres un hombre
maravilloso, a pesar de tener 25 años, eres la persona más madura que he
conocido. Mi divorcio me tenía devastada, mi autoestima estaba por los suelos,
nunca me habían valorado tanto, nunca me habían besado, como tú lo hiciste,
nunca me habían deseado como sé lo seguirás haciendo por un buen tiempo, pero
debes comprender una cosa, estos 6 meses en los que hemos estado compartiendo
todo, me ayudaste a salir adelante, pero, he comprendido que si seguimos así,
alguno de los dos vamos a salir lastimados, me encantas, te adoro, sin embargo
eres joven, sé que pronto encontrarás una mujer de tu edad que te quiera y
valore, porque esta distancia de 20 años me hace sentir que estarías atado a
una persona que ya vivió gran parte de su vida, te dejo libre, y sobre todo
gracias, gracias por hacerme ver que soy una persona que vale mucho, te quiero
mi rey”
Al terminar de leer por primera vez
comprendí tus silencios, tu edad para mí no hubiera sido un problema, además
que ni siquiera aparentas ser 20 años mayor que yo, si hubieras querido
mentirme, fácilmente te hubiera creído.
Hoy, después de mucho te sigo pensando, te sigo soñando, te sigo
deseando, pero lamentablemente estoy seguro que tomaste una decisión que quizá
me pudiste consultar, porque nunca me preguntaste si hubiera estado dispuesto a
estar contigo a pesar de todo, a pesar de ser un niño para ti. Ariana, solo quiero que sepas, si nunca te
pregunté tu edad, si nunca te pregunté tu nombre, si nunca me metí en tus
cosas, es porque nunca hubiera sido más importante, que lo que tú y yo teníamos.
Con cariño, Alrez.